duomon,
no era igual
á.l
nuestro; porque, por un lado,
una buena parte de las utilidades del salitre pertenecia. a
Chile, que con sus capitales, sus víveres, su carbon, su ce–
bada.
i
sus trabajadores, sostenia esa industria; i, por otro
lado, la mayor parte de lo que tocaba a los perµanos
~
quedaba en Europa, a donde residían; i por último, cuanto
tocaba al fisco i mas se iba a Europa para el pago de
sq
deuda. Por tanto, si el aumento de produccion no se tra–
ducia o llegaba a ser un aumento de la riqueza pública, ¿qué
fuerte interes había para estimularla? Ninguno. Para Chi–
le es distinto; todo el valor que se cree por el aumento de
produccion, se incorporará a la riqueza nacional.
La produccion aumentada significa un retorno conside–
rable, lo ·que es ventajoso para nuestro comercio internacio–
nal,
i
aun para nuestras rentas fiscales.
Anualmente debemos enviar a Inglaterra una fuerte suma
para el servicio de nuestra deuda,
i
a veces, el premio pa-·
gado para su traslacion, ha llegado casi a un millon de
pesos, lo que sube excesivamente los intereses que pagamos
por ella. Con una fuerte existencia de valores en Europa,
el cambio bajaria, sea por el mismo hecho, sea por el
nú.
mero de ofrecedores de letras; i entónces ahorraríamos mu–
chos cientos de miles al año, lo que equivale a un aumento
de renta. Actualmente no es así; los bancos
i
una o dos
casas, compran con facilidad las letras sueltas que se ofre–
cen i como se hacen así los únicos jiradores, les es fácil
hacer una doble opet·acion: el alzar permanentemente el
cambio, o el alzarlo en las épocas en que el fisco tiene que
comprar letras paira el pago de la. deuda del Estado,
i
en
tal caso, sin parecer que esplotan al erario, le pueden dar
efectivamente unos cuantos peniques ménos por peso,
que lo que le darían a no mediar un ajio muí fácil de esta–
blecer cuando las letras ofrecidas lo son en corta cantidad.
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