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( 120 )

de . u

ett~rJ:1a

predestinacion;

branc1ose diariamente eontra el

porque ciertamente ningnn sa- Bien!techor por excelencia del

crificio mas grato, ni mas es-

género humano, CRISTO

J

ES

s

piatorio, que el de nuestro a tnor En estos dias peligrosos, él

pr0pio, unido al sacriticio infi-

aguardaba, que

despue~

de ha–

nito de nuestro adorable

y

ama-

berle colmado de beneficio , U.

ble Salvador.

:Me ha ocurrido

siquiera a] terminar su carrera.,

un pensamie

nto tiern

o

y

tocan-

cai11bianclo de uniforme, seco–

te, para el

cora1.on

bastante

locára con un ánimo irnpertér–

sensible del

Sr. Vidan

rre.

rito

a

su lado, ó mas bien,

sa

~Cuando

Julio Cesar en

interpusiera entre ese · divino

medio del Senado, en ese di a de

corazon, y los dardos

asP~tados

luto para Roma, vió mudadas

contra él.

¡Qné sentimientQ

1as manos de los Senadores en

podra igualarse al de ese ama–

manos parricidas; cuando se

ble Salvador! Cuando al verl•

halló rodeado de asesinos, ves-

al pié de los Altares, en postu–

tidos de toga; cuando sintió los

ra de suplicante, pueda df'cirle

primer<i>S golpes con que aten-

como Cesar

á

Bruto:

¿y

tu tam:–

taban

á

sn vida; esa grande al-

bien hijo

mio?~

··

ma qne babia rleciGlido de los

Señor Illmo.: pongo por tes·

mas

fieros

combates, no

le

tigo

al

Cielo segunda vez,

y

abandona: entónces, él piensa

pongo por testigo al Sacerdote

defenderse, cercado de esa hor-

que se ha dignado prAstarse

á

riblo conjnracion. Pero cuando

poner en limpio mi borrador,

mira cerca rle sí,_con el puñal

que estando durmiendo la síes·

levantado á Bruto,

a

quien ha·

ta, recordé diciéndole: creia ea

bia colmado de beneficios;

a

sueños estar leyendo al Conci–

ese grande bruto, mas de cora-

lio de Trento,

y

como que se

zon qu de nombre, entónces me mandaba leer la sesion diez

sea de indignacion, sea de de-

y ocho. Me levanté al punto,

saliento, el Cesar cree quP ya

~,

le elije: Veamos de qué tratá

nada tiene que

a~uardar

ep

la

esta sesion. Nos penetramos

tiGr-ra;

y

dirigiéndole sus

ójos y

ambos de un asombro religioso,

&-n

palabra, le dice:

¿y

{a.m-

al ~

encontrar que se trata en

hirm

hijo mio?

Se envqelve el

ella de }os malos libros

y

dP. su

sPmbJante <;on su púrpura.

y

se

censura.

De~adP.

ese momPúto

de-ja degollar como u

na

oveja. me persuadí, que ese Dio& que

¡Ah S

r. Virlaurre!

U.

1.if

'ue mas

nada hace

Pn

vano, queria qne

erl.ad,

mas conocimi

Pnto

s de

yo tenninara }a mia, por donde

mund

o que yo; U. ve la secre-

termina la sesion diez

y

ocho.

ta

y

espantosa conjuracion ar-

Dice ' así:

-"Y

por cuanto

el

macla por toda la tierra; esas

,,mismo Santo Concilio de&ea

leagnns

~)ani éirlas·

.

mas fata-

,,]ntimamente.

y

pide con efica·

les que todos los puñales, vi·

,cia

á

Dios todo cuanto con-