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CAPÍTULO XXV

327

se tuviese por juez para todos tres a la persona que el Vi–

rei elijjese.

Calderon, que fué el prime:ro en recibir el anuncio de su

repo~icion,

se fué acercando inmediatamente a Lima; es–

cribió al Virei poniendo el hecho en su noticia, i como és- ·

te le contestase que por su parte no habia recibido despa–

cho alguno, hizo propios al Obisp0 de Trujillo por si por

algun acaso le hubiésen llegado a él. Arribaron, al fin, por

la via de Chile, los anhelados pliegos, i en el acto, el dia

cuatro de marzo, entrarbn a la ciudad Calderon i

Unda~

con comitiva de tres coches, chirimías, cajas, n1atracas,

i

con acompañamiento de multitud de negros i mulatas,'' por

su naturaleza escandalosas," que iban derramando flores i

victoreando la funcion por las calles i plazuelas. De esta

manera llegaron los inquisidores a palacio, a cuyos corre–

dores salieron los ministros del Rei, que estaban en au–

diencia, i el misn1o Virei para dar órden que se apartase

la chusnla, que

<t

la salida de los recien llegados siguió

aclamándolos, al son· de los repiques de campanas de los

monasterios de monjas, donde aquellos eran patronos o

tenian sus hijas, hasta restituirse a sus casas, continuando

por las calles todo aquel dia i el siguiente los vítores de

los negros i mulatas.

Arenaza se vió así. obligado a sufrir el triunfo de sus·

colegas, cuyos partidarios ''Voceaban descaradamente ha–

berlo obtenido al crecido costo i dispendio de noventa mil ,

pesos, que decian unos, o de ciento treinta mil que decian ·

otros, gastados por Calderon en el recurso.

11 27

El Virei trató luego de ver modo de desempeñar la co–

mision que se le confiaba., aunque, segun lo afirmaba al

Consejo poco despues, no le habia sido ,posible encontrar·

persona que se hubiese querido encargar de tan espinoso

cometido

28 :

lo que aseguraba Calderon, no pasaba de ser

27.

Breve resúmen con algunas

r~flexiones

del oríJen de la visita, etc:,

impreso, fol. 9.

·

28.

Carta

de 1.

0

de marzo de 1751. «En esta ciudad

y

su Cabildo

eclesiástico, refiere Manso, habin: sujetos que podian llenar la comision,

mas no fué posible que ninguno la aceptase,

y

a cuantos procuré per–

suadir me representaron que a vista del modo con que se babia tratado

al señor Arenaza, concebían la visita peligrosa

y

espuesta,

por~ue

des-