Previous Page  312 / 382 Next Page
Information
Show Menu
Previous Page 312 / 382 Next Page
Page Background

290

LA INQUISICION DE LIMA

das las · cuáles ,cosas, si n·o me engaño, no son de quien

tenga falta de fee, ni de respecto

y

devocion a ella, ni a su

Sancto Oficio;

y

no obstante que entiendo que con muy

buena

y

sana conciencia he podido suplicar a V.

1\L

siem–

pre todo ló referido contra los dichos inquisidores

y

sus

ministros, por lo que tocaba al servicio de Dios y de V.

M.,

y a la verdad, y celo y egecucion qe su justicia, y a

mi cargo,

y

ansimesmo por lo que a mí, que dicho tengo,

y que de la misma manera lo puedo suplicar ahora,

y

es–

tando con la vela en la mano, suplico a V. M. se sirva de

entender que solamente he hecho y hago en lo que a mí

toca por las causas refi'eridas de cristianda.d, y honra,

y

buena fama de mis pasados y mia, y lo que ha de importar

a nuestros subcesores, a que tengo obligacion de atender

justa y eristianamente, para que V. M. se sirva de man–

darla amparar y que sea satisfecha y proveer cerca dello

lo que convenga, y no para que respecto de mí se les dé

ningun castigo por los agravios que me han hecho, por–

qrtéstos yo se los tengo perdonados y perdono ante Dios

y V. M., en cuanto cristianan1ente lo debo hacer, sin pre–

tender ningun género de venganza."

Salinas tomó pié de las persecuciones que imajinaba

.le habia de promover el Conde para irse a vivir, con consen–

timiento de Ruiz de Prado, a las casas de la Inquisicion,

haciendo que pocos dias mas tarde i a pretesto de que le

curasen, le fuesen a acornpañar su fa1nilia ·i mujer.

i

una

cuñada, umugeres de buena gracia," las cuales no salian

de las ventanas que daban a la calle de la habitacion en

que se habian instalado, qu'e como todos lo sabian en la

ciudad, tenia puerta de .comunicacion con la que ocupaba

el Inquisidor. Las cosas no paraban siquiera en esto,

pues el visitador estaba siempre. con1iendo i cenando én

com·pañía de las dos damas;

i

aun, cuando se enfermaba,

se veía siempre a la cabecera de su cama a la cuñada de

Salinas. Era tambien notorio que cuando ésta por acaso

no se encontraba en la casa, Ruiz de Prado la enviaba a

buscar con sus criados, yéndose a veces a pasear con ella

a las huertas de las afueras de la ciudad

24

24.

Ruiz de Prado deseando contrarrestar estas relaciones, escribía