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CAPÍTrLO Xi

287

secreto confió Ulloa la facultad de dársela

i

que recibió ''Con

mucha humildad11, quedando, segun espresaba, desue ese

di a en gran tranquilidad de ánin1o, hasta .que reclamando

testimonio del hecho se encontró con que no lo pudo ob–

tener, por cuanto el guardian de San Francisco se negaba

a dárselo, en virtud de órdenes de Prado, quien para ello

se escusaba con que por su parte no habia conferido a

Malina se1nej ante comision; 11

y

con solo ésto, concluía el

Virei, n1e he abstenido de oir misa

y

de la comunicacion

de los santos sacramentos hasta hoy, que ha mas ele un

mes,

y

solamente oí misa el dia de San Francisco, con

permiso quo tuve para ello." Eso sí que en cuanto a dar ·

a Salinas la satisfctccion que los inquisidores le exijian, el

magnate se sostenía firme en su negativa, obteniendo de

ellos al fin, despues varias dilijencias, que le enviasen nue–

va absolucion por mano del vicario j eneral del arzobis–

pado.

Los inquisidores a quienes tan buen resultado habia

producido semejante desacato a la real soberanía, se con–

sideraron autorizados desde entónces para seguir humi–

llando dia a dia al anciano Virei, tanto que

~ste

hallándose

ya en la Habana i fuera de su alcance, aunque con escrú–

pulos de haber dejado un tanto ajada la ,dignidad de su

puesto en aquel lance en que tan débil se mostrara, como ·

ten1eroRo de los reproches que su conducta pudiera me–

recerle en la corte, no podía ménos de acudir al monarca

dándole cuenta de sus tribulaciones i pidiéndole amparo

para las venganzas que contra él pudieran intentar Sali–

nas i sus patrocinadores.

u

Tratando como traté a ]o último de mi gobierno, decia,

de que se hiciese a Vuestra Magestad servicio por aquel

rey no para la guerra de Ynglaterra, y entendiendo que fuera

de gran proveeho para él que Jos

~los

tribunales de la Real

Audiencia

y

Sancto Officio, hicieran alguno, por pequeño

que fuera, lo propuse a la dicha Audiencia en acuerdo, la

cual, aunque no acudió a ello, con efecto, dió algunas cau–

sas que le parecian justas para no hacerlo,

y

a los dichos

ynquisidores envié a pedir, con el doctor Castillo

y

licen–

ciado Maldonado, oidores,

y

licenciado Marañan, alcaldes,

consultores del Sancto Oficio, que me viesen, porque tenia