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LA INQUISICION DE LIMA

peles que hubiese logrado· reunir, se escusaba todavía con

que las frecuentes ausencias que Ulloa hacia del Tribunal

i

que duraban en ocasiones meses enteros, i su mala salud,

le in1pedia.n partir de Lima, dejando los negocios inquisi–

toriales espuestos a sufrir perjudiciales retardos. Pero co–

mo al fin le viniese órden terminante de que se fuese, ocu–

rrió a un sistema que creyó podia permitirle ,eludir el viaje

a que tanto se resistía, i fué, que repitiendo sus anteriores

escusas i la de que no tenia un real con que atender al

regreso, despachó al secretario Martinez de l\1ecolaeta con

todos los procesos, i él se quedó donde estaba. Partió aquel,

en consecuencia, del Callao el

6

de Inayo de

1592,

llegando

a España ese rrlÍsmo año, despues de alguna corta deten–

cion en Cartajena i de algunos percances que le ocurrie–

ron con los ingleses en el camino.

Si Ruiz de Prado achacaba lo que él llamaba su forzada

detencion a su colega Gutierrez de Ulloa, éste por su par–

te, culpaba de todo a aquél. La verdad era que uno i ot,ro

tenían razon en sus cargos, pues ambos estaban interesa–

dos en prolongar por el mayor tiempo posible la situacion

en que se hallaban. Miéntras duró la visita, Gutierrez

guardó cierto silencio, pero en cuanto estuvo terrnina–

da, dió pronto espansion al odio que le inspiraba el hombre

que habia venido a fiscalizar su conducta. Luego le envió

a decir, en efecto, que le desembarazase las casas del Santo

Oficio porque le pertenecían a él como inquisidor mas an–

tiguo, i visto que Ruiz se negaba, mandó llevar un toldo

o tienda de campaña al primer patio del edificio, protes–

tando que no habia de salir de allí hasta que su colega se

las desocupase. Mas entónces, para apaciguarlos intervino

el ·virei, logrando reducir a Gutierrez a que se saliese de

aquel sitio.

18

.

·

No tardó 1nas en denunciar a Ruiz de Prado al Consejo,

manifestando cori detalles completos cómo se iba demo–

rando en Lima sin aprovechar las ocasiones de flotas que

se habían ofrecido;

i

tratando de esplicar la conducta del

visitador, decia que se estaba allí esperando que le remo-

18.

Memorial de Zapata. Carta ele Juan de Saraclw

de

13

de mayo

de 1593.

.

' .

.