CAPiTULO X
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do el dicho reyno es público y notorio, y pública voz y
fama, sino es entre las personas que están apasionadas
contra el dicho Virrey por averlqs castigado y enmenda–
do de algunos delictos y excesos escandalosos, los quales an
procurado escurecer su buen nombre y su mucha expían•
dad todo quanto an podido, y especialmente el dicho
ynquisidor Ulloa mas que otro alguno por averle deste–
rrado el dicho Virrey, a la dicha doña Catalina Morejon,
con quien
tan escandalosamente estava amancebado,
aviéndole ymbiado V. magd. y su real consejo de la ge–
neral ynquisicion para descargo de la rreal consciencia, y
para que viviesse honesta y recogidamente y dando buen
exemplo como sacerdote e ynquisidor, y no tan solamente
el dicho ynquisidor se a desacatado de la n1anera que dicha
es con los ministros de V. magcl.; pero muchos de sus co–
missario~
y oficiales an hecho lo mismo, como lo hizo un
Martin Abad Usunsolo, a quien el dicho ynquisidor tuvo
por comissario en la ciudad de Arequipa, adonde succedió
que mató un Francisco Qan1orano, a su muger doña
Francisca Maldonado, con un bocado por causa de el di–
cho comissario, como en
la
dicha ciudad es público y noto–
rio, y siendo reprehendido de ello por Alonso Osorio, co–
rregidor de la dicha ciudad, se descompuso el dicho co–
missario n1uy desacatadamente contra el dicho corregidor,
y dixo que avia de llevar a hecho todas las mugeres de
la dicha ciudad y luego a sus maridos, aviendo en ella, co–
lno ay tantos cavalleros de los mas graves
y
principales de
todo aquel reyno, y siendo como son vasallos de V. n1agd.
de lo qual a sido ocasion el dicho ynquisidor Ulloa, ansi
por aver él hecho lo mismo, como por preciarse como se
precia de ello, disiendo de sí como lo dizen él y el dicho
Juan Gutierrez de lHloa, su hermano, que es el dicho yn–
quisidor, el hombre mas valeroso de el mundo, y que no
ay quien
l~
pueda resistir, siendo su valor aver cometido
los dichos delictos y vivir tan deshonestamente, teniendo
tan tiranizado aquel reyno, que dixo el conde de el Villar,
Virrey susodicho, que no dezian bien en dezir el ynquisi–
dor del Piru, porque no se avía de dezir sino el Perú del
ynquisidor.
"Yten se dijo en la dicha ciudad de los reyes, que
·v.
M.