CAPiTULO X
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por una escalera, se quebró una pierna
8 ;
i otros delitos gra–
ves; sucediéndole Melchor Perez de Maridueña, natural de
Logrof1o, a quien para el caso se hizo venir desde Puerto
Viejo, distancia de mas de doscientas leguas
9 •
Ya hemos indicado que el Tribunal habia funcionado
en un principio en la casa que don Francisco de Toledo le
asignó frente a la Merced, que por ser propiedad fiscal no
habia costado nada. La nlitacl de ella era un corral sin
edificios, i en la otra mitad habia una construccion mui
pequeña, cuyas paredes daban, de una parte, a la calle, i
por otra, en el patio, siendo necesario cubrir dos aposen.–
tos viejos para sala de audiencia i secreto, que apesar de
eso quedaron mui incómodos, pues por su ubicacion los
jueces, segun lo aseguraban, vivían con perpetuo cuidado
de hablar paso, i aun de apartar de las ventanas la jen–
te que se detenía en la calle. De una caballeriza se hicie–
ron cuatro celdas para los presos, labrándose las restantes
en una casita contigua que se alquiló en veinte pesos men–
suales. De aquí nació que siempre que los presos tenían
que ir a la audiencia, como forzosamente debian pasar por
el patio, para que no fuesen vistos, se cerraba ·siempre la
puerta de calle. De la habitacion que se había reservado
para un inquisidor (pues para los dos no habia bastante
comodidad) se cercenó una parte para la cámara del tor–
mento, apartándola de la calle cuanto fué posible. La sala
de audiencia quedó, sin embargo, tan humilde que no se
quiso ponerle dosel, 11por no m.erecerlo el eclificio11. Cuan–
do habia consulta, los oficiales tenian que quedarse en el
zaguan, al sol ial agua, hasta que se cubrió, en
1581,
con
la madera que sobró del auto que tuvo lugar en ese año.
Se abrieron tambien dos ventanas en la sala de audiencia
i una en la del secreto, con sus rejas ele madera 11 para que
entrase claridad y viento, porque estaba todo mui calu–
roso. 11
10
Los Inquisidores aspiraron desde nn principio a que se
8.
Carta
de Saracho de 25 de abril de 1584.
ce
Desterrado, djce Ruiz
de Prado, «sobre la muerte de Vadillo, por causa de una Isabel Roman, .
mestiza., con quien estaba amancebado.»
9.
Id.,
id., de 10 de marzo de 1582.
10.
Id.,
id. de 20 de febrero de 1583.