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CAPÍTULO

IX

187

mayor de Lima, en cuerpo i sin cinto ni bonete, con su

vela, privado de su oficio i n1ultado en mil quinientos pe–

sos, con reclusion de un año en el convento de la Merced,

para ser desterrado en seguida de las Indias. Estando cum–

pliendo su reclusion, falleció.

El sucesor de Toledo, a su vez, decia Ulloa, use mues–

tra desabrido, sin haber hecho merced en jeneral ni en

particular a ninguno, ni con querer en dos años que casi

ha que está en esta ciudad, entrar en esta casa, aunque,

por parecernos disfavor, se lo hemos suplicado, puesto

que ha hecho esta merced muchas veces a la Universidad,

collegios y monasterios de esta ciudad, y ansí solamente

le debemos el tratamiento de nuestras personas y buenas

palabras

24 ."

No escaseaban tampoco a los ministros en el desempe–

ño de sus funciones dificultades que se hacia necesario

resolver. Fr. Miguel Adr-ian, teólogo de la Orden de San–

to Domingo, a quien nos hemós referido ya varias veces,

había ido a denunciar que algunos confesores teatinos pre–

guntaban a los penitentes en la confesion

circunstan~ias

que no se debían declarar, por lo cual hubo que llamar al

provincial i advertirle que procurase atajar el mal mién–

tras se proveía sobre esto en España

25 •

Habían, igualmente, muchas testificaciones de personas

que sacaban la landresilla de la pierna del carnero, uy

algunos de sí n1esmos, y todos dicen que lo hacen porque

se ase mejor y no por observancia de la ley de Moy-

24.

Carta

de Gutierrez de Ulloa de 23 de febrero de

1583.

El in–

quisidor atribuía este alejamiento del virej .Enriquez a la influencia de

su secretario Cristóbal de Miranda, que por ser cuñado del bachiller

Beltran de Biedma, penitenciado por la Inquisicion, no tenia buena

voluntad al Tribunal.

Nos parece indudable que la influencia de los vireyes sobre los In–

quisodores debe buscarse en este tiempo en mucha parte en la subordi–

nacion en que se hallaban respecto de aquellos para el cobro de sus

salarios. «Quiere necescitar al Santo Oficio, decía Saracho, con refe–

rencia a Toledo, a que no corran sino por su mano, prohibiendo a los

oficiales reales que les paguen sus sueldos para «necesitar a la Inquisi–

cion, vuelve a repetir, a que sus ministros anden tras Eru secretario.:.

Carta

de 9 de mayo de

1574.

25.

DenunciaC'ion de Adrian,

lib. 760-1-,fol. 386.

Carta de Cere–

zuela

i

Ulloa,

de 23 de marzo de

1577.