CAPÍTULO VII
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tantos,
y
se bolvieron a sus dueños, mandándolas que no
entrasen mas en este Santo Oficio.
110tra informacion contra Juan Bautista Galclin, cura
y
vicario de Puerto Viejo, el qual hizo cierta informacion
por via de inquisicion contra un Rodrigo Perez
y
le envió
preso a este Santo Oficio, e hizo otra informacion contra
otro frayle, por via de inquisicion,
y
le puso ciertas penas,
que estuviese preso en cierta parte,
y
venidas a este Santo
Oficio, las informaciones, no nos pertenecía el conocimien–
to,
y
hacia venir a las parteB trescientas leguas, por lo cual
le mandamos parecer personalmente y le examinamos,
y
se le dió por pena el largo camino que avia venido y fué
reprehendido que de ay adelante no se entremetiege en
semeja~
tes. negocios
y
fué advertido de lo que podía hacer
COlllO VICariO.••
u ••••
Asimesmo damos noticia a V. S, cómo en Riobamba,
término de la c.iudad de San Francisco de Quito y veinte
leguas della, dia de la víspera de los ap0stoles San Pedro
y
San Pablo de este presente año, llegó al dicho asiento
un hombre no conocido allí, a pié, en hábito de hon1bre ·
pobre, vestido de pardo, y el dia siguiente fué a n1isa a -la
yglesia y se sentó en la capilla mayor
y
despues de aber
oydo el sermon se subió al altar mayor
y
se puso a un la–
do dél, y despues que el sacerdote obo consagrado la hos–
tia, al tiempo que la al<(aba, el dicho hombre a.rremetió con
él
y
con gran furia le quitó de las manos la hostia consa–
grada que estaba al9ando
y
se la hizo pedayos entre las
suyas, y dió con ella en el suelo, junto al altar con una
patada en el suelo con el pié e una voz que muchos oyeron
que dixo ha, y al sacerdote que decia la missa dize que
dixo no consagrareis vos mas o no consagrareis otra vez, y
luego el dicho hombre con un cochillo que llebaba quiso
dar con el al dicho sacerdote, y los españoles que presen–
tes estaban, hiendo lo susodicho, hecharon mano a las es–
padas y el dicho hombre se defendía con su cuchillo e una
silla que allí estava, y los dichos no pudiendo resistir a sí
propios, por lo que avían visto, le mataron luego a cuchi–
lladas y estocadas; e vino allí de la dicha ciudad de Quito
el licenciado Avila, nuestro comisario, y don Lope ele Al–
mendarez, presiden
te
de aquella. Audiencia,
y
el dicho don
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