64
INQUISICIÓN DE CHILE
envió al sochantre Cristóbal de Molina que fuese
á
casa de Jufré
á
decirle que estaba excomulgado,
porque no sólo no había querido darle ayuda para
prender á fray Gil y enviarle preso con una infor–
mación
á
su prelado, sino que «antes, ayer noche
que se contaron once días del mes de Enero deste
presente año, vino con mano armada, con grande
escándalo y con mucha gente á la Iglesia mayor
de esta ciudad, é dió favor
é
ayuda para romper,
como en efecto rompieron, un edicto del Santo Ofi–
cio de la Inquisición, muy conveniente
á
las áni–
mas de los fieles cristianos
y
para el aum12nto de
nuestra santa fé 0atólica, é dió favor é ayuda para
que pusiesen las manos en mí... como en efecto
las puso fray Tomé, fraile domínico ...
é
me
dio~
ron reenpujones
é
perturbaron la ejecución ele la
justicia del Santo Oficio:» por lo cual le mandaba
que dentro de una hora viniese en obediencia de
la Iglesia y le diese favor para prender á fray Gil,
á ·Rabanera y sus secuaces.
Pero Jufré se hizo sordo á todas estas adverten–
cias, excusándose con los privilegios de exención
de que gozaba González de San Nicolás, conclu–
yendo por enviarle á decir que no anduviese albo–
rotando y escandalizando la ciudad.
Esta respuesta le hizo comprender bien claro
á
Mo1ina que su causa estaba perdida ante la justicia
real y que Jo mejor que acaso podía hacer era escapar
de la ciudad. Mas,, González que llegó á sospechar
l0s intentos de su antiguo juez y actual adversario,
se presentó en el acto en el convento de San Fran–
cisco, diciendo que bahía llegado á su noticia que
Molina se quería escapar
y
que, por tanto, se li-