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INQUISICIÓN DE CHILE
de Padilla que enseña á leer muchachos en esta
cibdad, y este testigo lo leyó públicamente en alta
voz) de suerte que lo oyeron los circunstantes...
en el cual escripto á este testigo le parece que se
alega y dice quel padre fray Gil ha dicho y predi–
cado quel Papa no tiene poder en estas partes
en
lo espiritual y temporal: y que S. M. del Rey Nues–
tro Señor era tirano, y que sus vasallos no ernn
obligados á obedecer á él ni á sus ministros, y otras
cosas ele que este testigo no se acuerda bien ...
»
Había el escribano adelantado un tanto más en
la lectura é iba á uontinuar con el examen de la
pmeba, cuando Paredes le pidió el proceso, sin
querer que pasase adelante.
Trabóse entonces otra plática entre aquél y el
padre domínico, hasta que éste) seguido de Hurta–
do: tuvo por conveniente retirarse.
Como se comprenderá, lo que fray Gil había
oído estaba muy distante de· dejarle satisfecho,
y
para enmienda y reparo de lo que se le achacaba
fne'se á querellar nuevamente ante el franciscano
fray Cristóbal de Rabanera,
2
á quien había elegido
juez conservador, de Alonso de Escobar, del licen–
ciado Escobedo, que había firmado el escrito de
éste, de los testigos Juan de Cuevas
y
Juan Bau–
tista Pastene,
y,
por fin, del mismo juez Pltredes
2 Fray Cristóbal de Rabanera
(y
no Rabanecla, como suele escl'i–
birse) fué natural ele Logroiío, hijo ele la provincia fra,nciscana de
Burgos, y !legó á Chile por los alws ele
1553.
Fué elegido provincial
en
2D
ele Noviembre ele
1580.
uYarón excelente en virtud, que murió
con opinión de santo» le llama el cronista Córdoba Salinas.
Co>-ónica
f¡·anciscana,
libro
VI,
pág.
638.
Acerca ele este fraile
consúlte~e
también la
Histoi'Ía de Chile
del jesuita Oliva,res, libro III, capítu–
lo XXV.