CAP. XIV-
LOS PRliYIEROS AUI'OS DE FÉ
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j or que yo ví en Salamanca, y se puede leer po r
ellos en cualquier Universidad, dos cursos de cinco
años, y en esta Universidad ele los Reyes, un cate–
drático de propiedad ha leído por ellos dos años,
y el que- agora es Fiscal, don Antonio ele Arpicle y
Ul"loa, oyendo cánones, los quería
tr
aslaclar y me
tuvo un cuerpo de ellos en su casa, y así yo en–
tiendo que el
dir.hofray Pedro de Molina se los
dió: basta ser doctrina de Salamanca para tenerlos
en mucho, y por ser de mano, que no se hallan á
comprar, pido por amor de Jesucristo Nuestt'O Se–
ñor, V. A. ponga la diligencia que conviene, aun –
que sea con censuras, para que estos libros parez–
can y se me entreguen, para que mis herederos
no sean defraudados de su herencia. Paréceme que
todas estas causas son bastantes para pedir la li–
cencia para Méjico y cobrar estos libros, y pues
todos los que van á ese Tribunal del Santo Oficio
á pedir eonsuelo, todos lo hallan y alcanzan, no
permita V. A. que yo vaya desolado, repudiando
lus razones que tengo propuestas} y sobre todo, la
quietud de mi ánima
ú.
cabo de 67 años que tengo,
y
más de los veinte en este santo hábito.
«Haciéndome la caridad que pido, suplico á
V. A. se envíe al Pirú, al Arzobispo de los Reyes,
porque mis prelados y frailes no me la usurpen,
y
mande V. A. á mi Comisario General me dé licen–
cia para irme á Méjico. Fecha en la ciudad de Guá–
nuco, cincuenta leguas de Lima, último de Mayo
1592.
-Fmy
Ancl1'és Argüelto.»
Mayor número de reos, cuyos procesos eran más
importantes que los que
dejamo~
apuntados, iban