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LA INQUISICIÓN
y
le reconciliamos en la
S[lla
de esta audiencia,
y
es tan entendido en la seta de Calvino, como
V.
S.
verá por su confesión, que también nos ha parecido
remitir con ésta. Los que prendemos y eastigamo::;,
de éstos ninguno dejamos en la tierra, sinó los
en-.
viamos á Espaüa desterrados ó á las galeras, con–
forme á sus clelictos,
y
tal vez hemos pensado si ha–
ríamos lo mismo en cuanto al destierro, aquí y
más en las Filipinas, con los qne acuden espontáneos
á reconciliarse, en consideración del recelo c¡ue di....:.
jimos arriba de que no -rienen reélucidos sino teme–
rosos,
y
por el que se puede tener de su rclapsia
y
ele los perjuicios referidos anclando entre los católi-–
cos, pero no le hemos puesto en
ejecució~:J.
porque,
además de ser contra derecho
y
esti lo del Santo
Ofi–
cio, sería espantar á los demás para que
no
se re–
duzgan y vengan á poclir la reconciliación, y así
mandará .V. S.,ver si seria buen medio que. habién–
dolos reconciliado, diésemos aviso secreto al Yirroy ó
á los goberuadores do las provincias donde estuYio–
sen, para que, á instancia del flscal do
S.
M.,
los
echen á Espafía por extranjeros de los prohibidos
para vivir
en
las Indias;
y
como quiera que también
se opone esie medio á la segur:idacl con
q
u
o ellos se·
presentan
y
se les debo guardar, contrapesan
más
esotros inconvenientes
y
la poca firmeza ele su re.
La importancia ele el negocio nos ha hecho alargar
más de lo que quisiéramos, sobre qne proveerá
V.
S.
lo que fuese scrYiclo. G11arde Dios á Y. S.-México,
20
de Mayo ele
1620.-Doctor don Francisco Ba:;án
de Albor'no::;.-Don Juan Gutierre;; Flores.)>
1
I.
Libro 765, folio
~6o.