EN EL RÍO DE LA PLATA
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nunciados, calumniándolos muchas veces sin piedad.
_Fué este un procedimiento
á
que desde los primeros
días amoldaron los Inquisidores su conducta con una.
rara invariabilidad.
No recordaremos el caso en que con todo descaro,
obedeciendo á un sistema preconcebido, negaban la
comunicacióq de los documentos que en sus archi–
vos existian tocantes á Santa Rosa cuando se trató
de canonizarla; pero si no fueran ya bastantes los
numerosos testimonios que sobre la táctica del Tri–
bunal hemos consignado en otro lugar, queremos
aquí estampar una·úliima muestrade la impudenc.ia
con que la baba inquisitorial se cebaba hasta en las
personas que la Iglesia ha elevado hace tiempo á la
categoría de santos.
Hé aqui, en efecto, lo que uno de los ministros
decía con referencia á Santo Toribio y demás obispos
congregados en concilio provincial:
«...
Y así, para qye esta contradicción en sus áni–
mos se olvidase, y en lugar deella le subcediese
afición y amor, el que
á
tan Sancto Oficio se debe
hacer, hemos estado y estamos muy cuidadosos
rle que en nuestra manera ele proceder y en la mo–
rlestia de nuestros ministros, no sólo no hubiese
cosa enojosa, sinó toda afabilidad y concordia,
guardando lo que del;>emos en lo demás; y con todo
este cuidado hallamos siempre que reparar en unos
y en otros tribunales, que no mirando
á
lo mucho
que Su Majestad
les encomienda nuestras cosas,
comunmente las desfavorecen en lo que pueden,
especialmente los obispos, no considerando que con
la Inquisieión les quitó V. S.lo con que más en car–
gaban sus concienqias, pues no usaban de ella sinó en
los casos
y
con las personas con quien eon su juris-
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