ex
LA INQUISICIÓN
s ado,
y
que por este suceso
y
causa se fué el dicho
Diego López
y
su mujer
á
vivir en Valladolid, en
Castilla, y desde allí se vinieron por el puerto ele
Buenos Aires á la dicha ciudad de Córdoba, á donde
al p'resente está; y habiendo sabido este testigo esto,
y
oyendo la pública voz
y
fama que todos los portu_,_
gueses clan ele que el <Ücho Diego López y la dicha
su mujer y el dicho Domingo Juárez
y
el dicho
Jorge ele Paz son descendientes de judaizantes
y
ele
penitenciados por el Sancto Oficio, ha tenido
y
tiene
gran sospecha de que hacían alguna gran maldad la
- dicha noche de Jueves Santo en la dicha junta en
que estaban,
y
también lo imaginaron los dichos
Juan ele Mitre, Pedro Garcia, y demás, y
ansini.is–
mo la dicha doña Inés;
y
para esto entiende que ha
sido llamado,
y
[es] la verdad de lo que sabe y no lo
dice por odio.
En la dicha ciudad de Santiago del Estero, pro–
vincia del Tucumán, en diez y ocho ele marzo ele mill
y
seiscientos y seis al'\os, pareció Juan de Mitre ante
el dicho tesorero don Francisco ele Salcedo, comisario
del Sancto Oficio, y elijo: en una conversación, que
hé.Lbria más de doce aflos, que un Jueves Santo .en la
noche, viniendo este testigo ele San Francisco con
la procesión de la Sangre, so entró en casa de Mi–
gllel de Arcliles á beber un jarro de agua y vió en la
dicha casa qt1e había lumbre y ruido en un aposento
en qne posaba un fulano Sampayo, portugués,
y
este
testigo había enderezado hacia allá,
y
que le había
salido al encuentro un · n1ozo que servía al dicho
Sampayo, que so llamaba Blas J>eroira, portugués,
y
que no le había querido consentir entrase porque
dijo que estaba jugando su señor con sus ,amigos,
que eran el dicho Diego López, Domingo Juárez
y