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txxvnl

LA

IN~tJtstCIÓN

de.la

eucar,istía, por dos razones, primera, porque

no pueden aguardar á que se diga la misa sin tomar

esta yerba; segundo, porque no se pueden contener,

habiendo comulgado, á ·dejar de vomitar luego, y

así no hay casi persona que use este vicio -que co-

. mulgue sinó el Domingo de Resurrección, y enton–

ces procuran misa muy de mañana, y los más hacen

luego vómito, con suma indecencia del Santísimo

Sacramento, y por esto muchos de los sacerdotes no

dicen misa sinó raras veces. Estas indeeencias y in–

Qonvenientes tiene

~l

tabaco icoro (?)que toman tam–

bién en vino por la boca, aún con más frecuencia;

quinto, sálense, con gran not.a, de las misas á orinar

frecuentemente. No digo los demás inconvenientes

que tocan al gusto y salud y á los muchos indios

que mueren cogiendo y tostando esta maldita yerba,

que es gran lástima y compasión; y el escándalo

que los espaÜ.0les y sacerdotes dan con este vicio,

sólo digo que ellos

y

los indios se hacen holgazanes

·y

perezosos, y van los venidos de España y los crio–

llos y eriollas perdiendo, no sólo el uso de la razón

pero la estima y aprecio de las cosas de la fee,

y

te–

men tan poco el morir muchos como si no la tuvie–

ran,

y

de que tienen poca tengo yo muy grandes ar–

gumentos.

Otra causa

y

raíz de esta poca fee es que no sólo

'ha e.ntrado por Buenos Aires y San

Pablo al

guna

gente portuguesa que se ha avecindado nueva.en ella,

entre la mucha que hay, pero como desde el princi–

pio se han poblado estas dos' gobernaciones de algu–

na gente quesforagida

y

perdida del Pirú y ha habido

pocos hombres doctos y de buenas costumbres, és–

tas están muy estragadas y cada día serán peores.

Todo lo cual entiendo ha permitido Dios, nuestro