XXXYIII
LA INQUISICIÓN
ciudad de Santiago, porque el Obispo de la Plata
que entonces era lo mandó así; digo que el dicho
vicario leyese en la iglesia las dichas declaraciones
y
retrataciones
y
no el dicho Francisco de Aguirre,
y
por esta conmutación se le mandó pagar quinien–
tos pesos de plata ensayada para un terno de seda,
lo cual se había de hacer en presencia del dicho
Gobernador;
y
asimismo fué condenado en mill
y
quinientos pesos de plata ensayados
y
en una cam–
pana para cierta iglesia
y
en abjuración
de levi,
de
lo cual apelló el
fisc.alde la causa
y
no prosiguió
la apellación, y el reo pagó la dicha pena, excepto
doscientos pesos, á lo que por los procesos pa–
resce.
Después de esto testificaron al reo en-este Sanc–
to Oficio de cosas que había dicho acerca de la di–
cha sentencia
y
de estos sus negocios, que querién–
dolas calificar por impertinencias (primera,
1m
testi–
go ele
auditu)
y
de haber dicho contra
el
obispo que
lo sentenció, estando en su cárcel, que era un judío
y
que le hacia contra razón
y
justicia
y
que le ha–
bían de traer el sambenito. Esta injuria hecha al
dicho obispo no se hizo en la Inquisición
y
así no
era negocio ele olla éste; (2.
0 ,
un testigo de
auditu)
que
sobornaron al fiscal, que fué el negocio ante el or–
dinario
y
le oprimieron
y
hicieron ext.orsiones para
que se hobiese en el negocio livianamente,
y
le po–
nían temores
y
amenazaban para que se apartase
de la apellación; (3 .
0 ,
cuatro testigos)
y
que publica–
ba después de la sentencia . que la confesión que
había hecho ante el ordinario se la habían hecho
hacer por fuerza,
y
que á ciertas personas había
escrito que le habían hecho confesar lo q•1e no
había hecho¡
(4.
0 ,
seis testigos de
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