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LA INQUISICIÓN

blesque se le ofrecian para de un solo golpe confiscar

los cuantiosos bienes acopiados por los portugueses

en el comercio, y acabar también con ellos de una

sola vez.

«De seis á ocho años á esta parte, escribían al

Consejo con fecha 18 deMarzo de 1636es muy grande

la cantidad de portugueses que ha entrado en este

reinq del Perú, · (donde antes había muchos) .por

Buenos Aires, el Brasil, Nueva España, Nuevo Reino

y Puerto Belo. Estaba esta ciudad cuajada de ellos,

muchos casados! y Jos rnás solteros; habianse hecho

señores del comercio; la calle que llaman de los mer–

cad~res

era casi suya; el callejón todo; y los ca:jones

los más; herbian por las calles

v~ndiendo

con peta–

cas, á la manera que los lenceros en esa Corte; todos

los más corrillos de la plaza eran suyos; y de tal

suerte se habían señoreado dél trato de la mercancía,

que desdel brocado al sayal, y desdel diamante- al

comino, todo corría por sus manos.

r

El castellano

que

;-.no

tenía por con'lpañero de tieL1da al portugués,

le p.arecia i1o ha.bia de tener subceso bueno. Atrave–

saban una: flota entera con crédito que se hacían unos

á otros, sin tener caudal de consideración, y repartían

con la ropa

SUS

fatores, que SOn de

SU

lllisrna nación,

por ' todo el reino . Los adinerados de la -ci.udad,

víerido la máquina que i11anejaban y su grande -··os–

tentación, les · daban á daño cuanta plata querían,

conque pagaban

á

sus corresponsales, que por la

mayor parte son de su profesión, quedándose con las

deudas contraídas aquí, sin más caudal que alguno

que habían reparüdo _por medio de sús agentes.>>

r.

«Desde el más vil negro de Guinea hasta la perla más preciosa ,,

dice·Alcayaga,

Carta

de

rS

de

Mayo

de

r636.