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LA INQUISI CIÓ:N
río. El Arzobispo, en conformidad
á
lo que. se le or–
denaba en cédulas reales, entregó todos los procesos–
y
papeles que ante él
y
sus:antecesores so habían Yen–
tilado de cosas tocantes al Santo Oficio ;
y
después
de escribir al Consejo proponiendo algunas medi–
das qu e, por ser contrarias á la concordia recién
promulgq,da, no fueron aceptadas, continuaron su
jornada á Cartagena el 4 del mes siguiente.
r
· Con tiempos contrarios
y
tormentosos, el 21 de
Septiembre, después ele seis días de Yiaj e, llegallan,
por fin, á Cartagena. Como en Santo Domingo, en–
viaron al Gobernador la cédula real de fundación
del Tribunal, siendo visitados, á su nombre, por su
teniente, por la mayor parte del calJilclo de la ciudad,.
por los oficiales reales
y
en representación del obispo
por los prebendados de la Catedral. Al caer la-tarde de
aquel día, llegaban á bordo dos barcas graneles, muy
bien aderezadas de alfombras y almohadas ele ter–
ciopelo, y con música que les enviaba el Gobe rnador.
Acompañados de las personas ya indicadas
y
ele los
alcaldes y regidores ele la ciudad, bajaron á tierra,
entre las salvas de los fuertes y de las galeras surtas
en el puerto. En la orilla los esperaba el goberna-
/ dor
D.
Diego Fernández de Velasco, D. Francisco
Van.egas, general de la armada, los cabildos ecle–
siástico y seglar, y otros mu cho's caballeros y toda
la
ciudad, que les fueron acompafí.ando hasta dejar--
1.
Carta de Salcedo y Mafiozca . Santo Domingo,
27
de Agosto de–
I6ro.
El Rey puso de su ma no esta nota en la consulta en qu e lo&
Consejos le transmitían la carta citada: <<quedo advertido desto y
he
h olgado de entenderlo.»