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LA INQUISICIÓN
«Como Inquisidor decano y teniente vicario ge–
neral del exército exped icionario y tropas del reino,
os exhorté en mi proclama de cinco de septiembre
último á que por vuestro sagnido ministerio contri–
buyais á que los pueblos juren fidelidad y obedien–
cia á nllestm legitimo monarca el Sr.
D.
Fernando
VII y á mantener la tranqllilidad en ellos; y encar–
gado ahora por el Sr. Capitán General del reino,
como vice-pJ.trono real, del gobierno interino ele
este obispado vacante hasta la rendición de la pla–
za de Cartagena
y
que entre á gobernar la diócesis
aquel á quien por derecho eorresponda, .os amonesto
de nllevo al cumpliruiento ele vuestros deberes, coo–
perando á que sean respetadas las leyes
y
á que
reitte entre los espaíi.oles de uno
y
oi.rohemisferio la
más s incera amistad é íntima confraternidad, como
hijos de un os mismos padres, vasallos de un mismo
soberano y criaturas
[~e
un mismo Dios.
«El Rey quiere que los curas párrocos
y
demás
eclesiásticos tengan una parte principal en esta im–
portante empresa, que tanto honra á Dios
y
favore–
ce la humanidad,
y
pel'suadiclo ele que el origen de
todos los males
y
horrores de los cinco afíos de la
pasada revolución han sido triste efecto de la co–
rrupción de costumbres, do error ó ignorancia de
los sanos
prÍI~ci
pios, desea que cada uno de los ex–
presados pármcos instruya á sus res pec ti vas ovejas
y
explique los dogmas sagrados. de la religión, los
preceptos invariables ele la moral, el respeto, amor,
obediencia
y
sumis ión que todo católico debe tener
al rey su seuor natural
y
á
sus lllinistros, no sólo
por el temor sinó también por conciencia, en cum-