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LA INQUISICIÓN
y es IO)árharas de aquel Tribunal, s u inicuo modo de
proceder, contra todos los prin cipios y todo derecho;
los absurdos del Expurgatorio , en que se hallaban
reunidos los escritos de los hombres más sabios de
los di versos tiempos: dejando correr, por el contra–
r io, libros llenos ele abs urdos, falsedades y cuentos
indecentes, que deshon r'aban la religión, fo men taban
las supersticiones y eorrorn pían las costumbres;
y
dejando esto a penas in sinuado, eon tráese luego á
r eferir en breves palabras lo que había obrado en
Cartagena y su conducta en los últimos tiempos .
«Las tablas que se halla.n fij adas en el atrio ele la
Catedral, con tinuaba Cavero, delante del Sagrario,
oprobio de ese santo templo y qu e debían quemarse
por
la
mano del verdugo en la plaza pública, dan
testimoni o.clel proceder de dicho Tri bun al ele la In–
quisición en esta capital.
«Ell as con tienen una pequeña parte de la de la his–
toria de los aj nstíciaclos, penados y reco nciliados
por lo que se llamaba Santo Ol1cio. Allí verá V. S.
l.
condenados á las ll amas á muchos fátuos ó infelices
por bruj os, po rque volaron, con otros po r hechice–
r os, por duend es, etc., y reconciliados á otros por–
que en la alternativa de ir á las ll amas ó retractarse,
prefi rieron este último partid o.
ccEn 1792 tuvo la audacia dicho Tribunal de pro- ·
hi bir por su propia au tori.dacl el papel titulado los
Derechos de l homb1,e
y
de l ciudadano,
publicado por
la Asamb lea Constituyente de F rancia, la junta más
sabía y de hombres más grandes de todos estados
y
gerarquías que, en expresión del il ustre polí tico Car–
los Fox, ha habido jq,más en el mundo.. .