EN
CAH.TAGE~A
DE INDIAS
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Otro de los püntos sobre los cuales llamaban los
inquisidores la atención del Consejo, y que, á su
jui cio, reclamaba pronto remedio, era la frecuencia
con que iban visitando
y
aún estableciéndose en
aquellas provincias los herejes extranje-ros, fuera ele
los casos establecidos en los tratados ele paz.
1
/La
introducción de negros bozales en buques extran–
j eros, sobre todo, era motivo ele perpétua alarma
para los inquisidores de Cartagena. Llevados pri–
mero desde su tierra natal á la isla de Jamaica:
ó
á
Curazao é imbuidos
así
en los principios heréticos
de los comerciantes que allí resichari, cuando ll ega–
ba el caso de venderles en los dominios espafwles, .
llegaban doblemente contaminados, se hacía difícil
s u conversión al catolicismo y eran un continuo
peligro para los que estaban ya catequi zados
y
aún
para los hijos'-Cle los mismos esparwles que vivían
desde la cunaallado de tales gentes .
2
Para enmien–
da ele este exceso, proponían que se ordenase á los
gobernado~·os
que prestasen al Santo Oficio la de–
biela asistencia, la que hasta entonces de órdinario le
negaban por sus propias conveniencias,
y
que por
el Rey se pagase á dos jesuitas de l Colegio de Car ta–
gena para que se encargasen ele Ja inquisición 'espe–
cial de los negros.3 Pero, según creemos, ambas
medidas fueron desechadas,
ó
al menos no se pu–
s ieron en práctica.
1.
Carta de
20
de mayo de
r6gr.
2.
Carta de
22
de mayo de
16g r.
3. Carta citada de
22
de mayo de
r6g'r.