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LA INQUISICIÓN
para que preparase cajones, arcas
y
petacas, por si
eea necesario sacar ele la ciudad los papeles del Se–
creto
y
los dineros del f1 sco .
El13 por la maüana, cuando se vió que la escu-a–
dra, au mentad;;t ya hast9- trein ta y dos naves, se
acercaba h?,cia el pue-rto á velas desp legadas, se dis–
puso qu e el secretario don K1ateo de León se embar-–
case en una canoa preven ida al efecto, con los di–
neros
y
papeles del Tribunal, acompañado de su
familia, para evitar las sospechas de
h
fu ga; pero al
par ticipárselo al gobernado r, manifestó éste qu e, de
darse semejante paso, ora hacer decaer el ánimo del
pueblo
é
inú til la defensa, por lo cual se sus–
pendió la ejecución de lo proyectado. P ero al día si–
gui ente, que era el domingo de Cuasimodo, en cuanto
comenzaron los franceses á disparar bombas desde
un pontón que h abían armado frente al torreó n el e
Santo Domingo, las muj eres
y
niños, seguidas el e
las monjas de Santa Clara
y
3an ta Teresa, salieron
de la plaza tan atropell adamente que todas las pro–
videncias que se dieron para contener esta des ban–
dada resultaron ineDcaces .
Considerando entonces el peligro que corrían los
presos de las cárceles secretas por las bombas que
reventaban en la plaza; el Inqu isido r, acom pañado
del secretario
y
el alcajde, se transJacló al torreón de
Santo Domingo, donde se le tenía dicho se hallaba
el gobernador, ol cual, aunq ue le esperaron ellos lar–
go rato, no se presentó, habiendo caído allí mientras
tanto una bomba que puso en peli gro inminente la
vida de Lai eca. Avisado entonces de que una bala
acababa de ele. trozar la esqui na de las casas del Tri-