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LA IXQUISICIÓN
se compon ía de negros, mulatos, franceses y espa–
ñoles, y llegaron hasta enfrentar el cast.illo ele Boca–
chica; pero al dia siguienLe once ele
los buques pi–
ratas volvieron
á
entrar en la babia, y echando en
tierra trescientos hombres , dieron comienzo al saco
de la ciudad, á pretexto de que no se les había pa-..
gaclo por. el general francés la cantidad con ellos es–
tipulada.
Con la noticia do haber abandonado definitiva–
mente la ciudad, salió Laiseca de Majates el 18 de
junio, dejando enfermos en diferentes sitios
á
los
dos secretarios, y el 22 en traba en la s casas del San–
to Oficio, y «reconocidas todas las salas a1tas y bajas
del Tribunal, refiero, hallamos las más muy maltrata–
das ele las bombas y balas de artillería, rotas mu–
chas puertas
y
Yentanas, los sitiales despedazados,
el cuarto ele
la contaduría donde se hallaban las
arcas en que estaba el dinero del fisco y depósito:::,
abierto y con ol mismo estrago, sin haber dejado
cosa que pueda serYir sin algún reparo, pues basta
el tabérnaculo ele San Pedro., l\Lütir rompieron sus
remates arrojándo los por los suelos)) . En cambio
los pnpeles los encontraron intnctos.
Los demás empleados del Tribunal fueron regre–
sando unos en pos ele otros
á
Cartagena, todos en–
fermos
y
maltrechos, siendo el último en volver ol
fiscal Echarri, que no había parado hasta llegar á
1\1ompox, distancia ele cuarenta leg uas, acudiendo
luego, Gomo los demás vecinos, á trabajar á las for–
tificaciones, á fin de no hacerse odiosos . Con el pro–
ducto de un donativo que se pidió y con doce
mil
pesos que Laisec§l obtuvo del gobernador, dióse