EN CART.\.GENA DE I ' DIAS
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las religiones; en el izquierdo, después del Regimien–
to, estu vieron los capitanes de infan-tería . El Fiscal
se sentó en su silla. de terciopelo carmesí, frontero
del dosel, hacia el lado derecho; hacia. el izqui erdo se
puso un a mesa con el aderezo de escribir, y al cabo
della se sentó el secretario, casi en la delantera del
Gobernador, en la silleta sin espaldar en que en el
Tribun al se sienta. E l alguacil se sentó en un esca–
bel cubi erto con su alfombra, al principio del pasadi–
zo que se hi zo desde el tablado de los penitentes has–
ta el mayor,
y
algo desviado en otro descubierto su
teniente; Junto á la gradilla ele donde oían sus sen–
ten cias los penitentes, se puso un banco raso en qué
se sentaban el nuncio
y
los padrinos.
c<El día
siguient~,
lunes, se clió orden que para el
acompaiíamiento de la ejecución ele las sentencias
estuviesen á las cuatro de la tarde, fuera ele los ofi–
ciales
y
familiares de la Inquis ición: hasta docena
y
media ele los que del día antes habían
traiclr¡
varas,
á
caballo, y viendo los seüores inquisidores que es–
taban en la plaza y calles rnás de cuatro mil almas
de negros, mul atos, mestizos
y
espaüoles,
cat~gados
de naranjas y otras frutas para tirar
a
los azotados,
y
qu e los que se habían llamado para el acompaña–
miento no se atrevían
a
salir con ellos por mieclo ele
alguna desgracia, aunque al principio se dudó del
cumplimiento poi' la canall a bárbara que estaba
aguardando, acordaron que se diese un pregón con
pena ele cien azotes, que nadie tirase naranjas ni otra
cosa. No se hubo dado, cuando chicos
y
grand es,
todos las soltaron de las manos, cosa que tuvieron
á
inibgro los qtte conocen la libertad ele los unos
é
in-