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Jesucristo, ninguna otra cosa debajo del
cielo para siempre queráis tener. Y á
donde quiera que estén y se hallaren los
frailes, rnuestrénse domésticos unos
á
otros entre sí, y seguramente manifies–
te uno
á
otro su necesidad; porque si la •
madre ama y cría á su hijo carnal,
¿cuánto con mayor diligencia debe cual–
quiera amar y recrear á su hermano es–
piritual?
y
si alguno de ellos cayere en
enfermedad, los otros frailes le deben
servir, corno querrían que á ellos sir–
viesen:
CAPÍTULO VII
DE LA PENITENCIA QUE SE HA DE IMPONER
Á
LOS FRAILES QUE PECAN
Si algunos de los frailes instigándoles
el enemigo mortalmente pecaren, por
aquellos pecados de los cuales fuere or–
denado entre los frailes que hayan re–
cursos á sólo los ministros provinciales,
sean obligados los dichos frailes á recu–
rrir
á
ellos cuanto más presto pudieren
sin tardanza; y los ministros si son sa–
cerdotes, con misericordia les impongan
penitencia;
y
si sacerdotes no son, ha–
gánsela imponer por otros sacerdotes de
la orden, así como á ellos pareciere que
mejor conviene, según Dios; y débense
guardar que no se enojen ni conturben
por el pecado de alguno; porque la ira
y