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HI§TORIA. ECL.ESl.Á.S'l'lCA
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a.proxima1dón de los romanos,
y
recordan–
do las palabras de Jesucristo, huyeron de
la ciudad y se refugiaron en Pela. Mien–
tras tanto J erusalem era víctima de las fac·
ciones que
se ' di~pntahan
el poder;
y
cerca–
da
de
enemig0s fué teatro de indescripti–
bleR horrores: l::tR mata.nzas
contínua~,
el
hambre
y
finalmente
la
peste hicieron mi-
1lare8 de víctimas; uua
m~dre
se vió obli –
gada á
comer
á
su
tierno
hijo,
y bien pron–
to las
casas
se convirtieron
en
tumbas para
encerrar
la
multitud
<le
cacláveres.
Ni
aún
quedó
á
los desgraciados sitiados el recurso
de la
fuga, porqne habiéndose esparcido en
el c-amparp,ento romano
la
vor.
de
que los ju–
díos fugitivos se tragaban el oro qne te–
nían, los soldados le abrían el vientre.
Y
sin embargo
de
tautas calamidades. los
obstinados judíos permanecieron sordos
á
las propuestas . qui les hizo Tito
pn.raque
se rindiesen.
Destrucciúu de .Jel'osaJem.-Finalmeute
e]
General
~omano,
cansa.do<le tantos
bo–
rFores, <lió
la
3eñal del asalto.
~os
Judíos se
defendieron con el valor de la desesipera.–
ción: cada calle
füé
un campo <ie batalla,
cada casa una fort.aleza. Tito había orde–
nado que se respetase el templo; pero un
soldado, en el entusiasmo <lel combate,
arrojó por una de las .veutana8 un maidero
inflamado
y
bien pronto el edificio fué con–
sumido
por las llamas.
Jeru~alem
fué
tt-–
mada y destruida hasta sus cimientos;
un