4-2-0
HISTORIA
ECLESIASTICA
Sigio
el
modo
con
que
debemos oírla , prestándos
XVII. la
una
á
la
otra
un
apoyo recíproco.
Qui
ternos
á
la
Iglesia
la palabra de Dios ,
y
re
ducirémos la
doctrina enseñada de
ella
á
nc
s~r
mas
que·
una doctrina puramente
Quma
na: separemos al contrario la palabra Divi
na de
la aut0ridad
que
la Iglesia
ha
rec i
bido
para
fixar el
sentido de
ella,
y
par~interpretarla ;
y
no hallarémos
sino incerti–
dumbre , obscuridad
y
tinieblas
im-penetra
bies
en los libros
santos.
Todos los
Here
ges
de
los prin1eros
.Y
~ltimos
tiempos
qu<
sacudiéron el yugo de la
Iglesia, ·
y
se hi
ciéron por -
sí mismos
jueces
de la
palabr
de
Dios reconociéron
por ·su
propia
eKperien
cia que se
extravían
y
caen
á
cada pas<
quando se
meten
sin guia
y
sin regla
e1
la
interpretacion -
de
la
Escritura. Des
pues
dt
haber
· experimentado la
insuficiencia
y
el
peligro
en el modo de examinar '
tornáron
al camino de la autoridad , que habían des·
preciado,
y
acabáron
atribuyéndose
á
sí
mis–
mos
un
poder
que habian
negado
á
la Igle–
sia,
olvidándose de que .
el
uso
que ella
hac
de .él para conservar la fe
en
su
pureza
pri
mitiva
prescribiendo
todos los
errores,
ba–
bia sido
la
causa
ó
el pretexto de
su sepa–
racion.
Pero
la
senda
que ellos habian pi·
sado
qued6
abierta:
y
¡quántos
espíritus
tan
temerarios como- ellos se empeñáron en
se-
.
guu