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HISTORlA
PC~LESIASTJCA
Siglo el
por menor de estas largas
y
desgraciada,
XVII.
disputas; nuestra
intencion no ha sido
el
re·
novar1as ; al contrario no hemos
tenido mr<
·designio , que el de mostrar sus
inconvenien~
tes
y
riesgos.
¡
Dichosos nosotros , si
el mo•
00
COll
que hemos representado las cosas
sin
apartarnos de la moderacion
y
de la
since..
ridad ,
á
cuyas
leyes atenderémos
sietnpre,
, pudiera
contribuir
á
retraer los
hombres
de
este
e5pÍritu contencioso que
ha hecho
tanto
mal
á
la sociedad! Nos atreven1os
á
decir
que no tendriamos otro
n:1ayor
gusto en
to–
do
el
ct,Irso
de
nuestro
trabajo,
que
el de ha•
cer ver
á
nuestros
lectores
por los
exemplos
que cada
siglo
nos
ha
dado , que
las
riñas
Teol6gicas
á
que se atribuye una parte
de
las
desgracias que han desolado
á
]a '
Europa
por
n1as de trescientos aiíos ,
no han sido
tan
fu·
nestas
como
por
.l:ts
pasiones de los que
las
han
originado
Ó
las
han
ni~ntenido.
Las
.dis–
putas
en
materia de
religion
nada enseñJn
á
los
· hombres,
y
son muy
perjudiciales
á
su
quie·
_ tud :
esto
nos_ enstñJn
todos
los
siglos.
Es
menester
creer
y
no disputar : en esto
vienen
á.
parar todas las discusiones cuyo objeto
fué·
J'on
los
dogm:1s
de
la
f.ro.
Creerétno·s
haber
trabajado con
fruto ,
si hemos podido
gra·
var
e5tas
dos verdades Útile¡ en los
ánimos
y
en los .corazones.
AR