GENERA~.
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tstas enfadosas contestaciones que se han re-
SiaTo
producido en nuestro tiempo baxo una f6r- XV11.
ma nueva,
y
que
á
pesar de los progresos
de
la razon
y
de las sabias medidas que el go-
bierno ha tomado
para aniquilarlas,
no es-
tan aun totalmente disipadas ;
y
si hubiera-
mas
podido suprimir
la
narracion de ellas
sin
faltJr
á
la
exScritud
y
fidelídJd de
un
escritor in1parcial ,
y
sin dexar en el qnadro
del
Siglo
XVII un
vacío
que nos
causase
justas
murmuraciones,
lo
hubieramos
hecho
con gusto. Hemos conocido mas de
una
vez
en la
continua~ion
de
esta obra ,
quán
peno--
.
so
es para
un
escrttor tener
que
poner
tan–
tas
veces
á
la
vista
de
sus lec tores la
pintu–
ra
de los
extravíos
del entendi .miento
huma~
no en materia de religion,
extravíos
que
son
á
un tiempo el frl:lto de su orgullo,
y
la prue-
.ha
de su flaqueza. Pero este
conocimiento
o nos ha hecho
tan
viva impvesion
corno
el
reducir los
tres
artículos , en que no hemos
visto obligados
á
repetir todos los esfuerzos
ue se
han tanteado para despedazar
el velo
ue oculta los medios , con gue Dios con–
uce
á
los hombres
á
su fin sobrenatural,
y
el modo de operar sobre sus vol untades. Si
r un enlace neces rio de nuestro plan,
y
un por· mejor decir, por el encadenamiento
e los objetos no hemos podido evitar la
i
n
de
alguna
parte de nuestra obr con
el