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CEN~ttA
t.
3
9
ot>ispo
de Ypres
y
de sus
opinione~
,
y
has-· Siglo
ta la edad mas
avanzada
no
.dexó
la pluma XVII.
que habia tomado ·
uno
de
los
pritneros para
sostener
la
doctrina de este
Prelado,
á
quien mi-
raba
como
el
mas fiel intérprete del
Doctor de
la
gracia. Tenia sobre
<illS
contra.rios el talen-
to de
escribir
con cmucha eloqiiencia en
su
leng-ua:
materna , ·el qual era aun entónces
tnuy
ra·ro entre
los
sabios,
y
sobre todo entre
los
Te6Jogos. Y por eso
tuvo
la
ventaja
de
atraer
á
su partido un gran nÚn1ero
de
per-
son.as.de tndos
estados
así en la Ciudad co-
mo
·en la
Corte , las quales ignoraban
las.
qüestiones
sobre
que se dhputaba, hasta
que
sus
obras les pusiéron en ec;tado de racio-
cin'ar sobre
elJas ,
y
·ent6nces
se
leyéron con
ansia~
Los -sabios
·que
no eran Teólogos, la
gente comun ,
y
sobre todo las
rnugeres,
alababan en
todas .
partes un . escritor que
se
tomaba: la molestia
de
proporcionar
á
su in–
teligencia
~quetlas
materias sublimes que
se
habiªn procurado encerrar en el recinto de
las
escuelas ,
y
que parecía que solo se ha-·
bian·
hecho para
exercitar
la
sagacidad
de los
»octores de profesion. El reconocimiento
y
la
estimacion
disponian
es!e grande núme-
ro
de
Lectores
á
pensar
como el
que
les
ba-
bia
abierto
el
santuario
de la Teología ,
cu-
ya
entrada habia estado tan largo tiempo pro-
hibida
-á
los
profanos.
Otros sabios se
juntá-
r: _
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ron