CENERAL.
3
1
~
)rian en ella
ma~
que la expresion de los Siglo
:1fectos que todo vasallo fiel tiene grabados XYII.
en
el
corazon ,
y
que se gloria profesar
á
:ara descubierta, puesto que la misma
Reli-
gion los prescribe
y
autoriza.
No se pensaba
así
en Roma ': el Papa
Paulo
V
prohibió por dos Breves
á
los
Ca–
tólicos de Inglaterra prestar e
1
juramento
que
se les pedia. Así que los ánimos andu
vié ...
ron discordes; unos no se creyéron obliga–
dos
á
variar en nada su conducta ,
y
cedié–
ron
á
la voluntad de la Corte, para lo qual
r
tenian en su abono el voto de
las
mas
~é
...
lebres Universidades,
y
de los Teólogos mas
versados
en
estas materias : otros , mas
tí–
midói
y
guiados de personas , para
quien
todo lo que dimanaba de la autoridad Pon–
tificia era sagrado , tomáron por regla la
prohibicion del Papa , cuyas órdenes eran
su norte. Esta di vis ion de opiniones tuvo
resultas, muy funestas , no solo porque
per–
judicaba
á
la concordia
y
á
la uniformidad·
de principios que eran tan ntcesarios
á
los
Cat61icos para gobernarse con prudenci4 en
un tiempo en que todos sus pasos eran sos–
pechosos, sino ta mbien porque esto era dar
' sus contrarios
el
pretexto que buscaban
de emplear contra ellos toda la severidad
d1!
1
s
ley
s , como con fecto no rard:íron en
periment rlo. Hil:iérons
us
mas
riguros~~
pes-