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l!CLE!IAS1'ICA
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res que 5e habian conservado
á
la ·
Dignidad
.XVII.
Episcopal ,
y
á
algunas otras Eclesiásticas
qu.e componían ]a · gerarquía en la
constitu~
cion actual
de
la
Iglesia Anglicana. Los
Ca–
t61icos eran
mas-
moderados. Aunque desea•
sen
con ansia
la ·
extincion del cisma ,
y
que
volviese
la Nacion al
culto de sus padres,
se contentaban con pedir que no se les
obli~
gase
á
nada que fuese contrario
á
su con–
ciencia ,
y
que
se
hiciese cesar la persecu–
-cion que despues
de
tantos
:tños
hacia cor–
rer la sangre dé
sus
hermanos .baxo la mano
de los
verdugos.
Parece que en
una
Nacion
que se glo–
ría de
conocer mejor
que
ninguna otra
los
derechos
de. la
humanidad,
y
que
lleva
tan
al cabo sus
ideas sobre la
libertad civil' de·
hieran haber sido
recibidas favorablemente
unas súplicas tan prudentes
por
el Príncipe
y
cabezas ·
de
la administra cien. El
Rey,
por
su
genio
y
por
sus principios
no
estaba
~is
tante
de
valer~e
de los medios
del
agrado;
pero los
que
r~
gobernaban no pensaban comó
él.
Llegaron
á
·dominarlo tanto, que sonsiguié""
..l
1
"
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1 .,
ron que
amoptase
sus
maxtmas.
eso
vtose,
pues,
en el
Consejo que se
continuase
en
perÍ'!"
seguir c<Dn · rigor
á
todos los que no se
con~
forn1a\en
con · los Rito5 '
y
ceremonias de la
·R.eligion naciona·l,
principalmente
á
los Ca.–
tólicos ,
po't:que
eran
los mas opuestos
á
ella.
La