G~N~RAL.
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2
3
;:,Ía entrado con preocupaciones contrarias
á
.as ideas del Monarca, no
fué
favorable
~
iUS
principios. Las averiguaciones de. esta
Jatura ez.a en un Pueblo inquieto , que rie–
le parte en el Gobierno, y que
á
su pesar
lleva el
yugo
de la autoridad , no son
á
prop6sito mas que para hacerlo
mas
sospe–
choso ,
mas
inquieto ,
mas
zeloso de
sus
de–
rechos
y
de su libertad , mas pronto para
-extenderlos, destruyendo los antigüos límites
con vayvenes ; que
lo
trastornan
y
con–
funden todo. Esta disposicion de los ánimos
hacia tan diferentes los tiempos de
J
acobo
I.
y
los de Cárlos , que no era en éste , ni
prudencia , ni buena política,
el hablar
y
obrar como habia hecho
su
padre. Jacobo
J.
·quando ocup6 el Trono , hallaba un Par–
lamento acostumbrado en quatro reynados
consecutivos ,
y
particularmente en el
de
Isabel
á
respetar la · voluntad y aun los ca–
prichos de
t
los Soberanos; pero al tiempo de la
exatcacion de Cárlos-, habian mudado mucho
de
semblante las cosas. En un reynado de
2
:z.
2ños, baxo de
un
Príncipe,
que
reducia la
ciencia del gobierno
á
la habilidad de hacer
h1rengas , h1bia recobrado
el
Senado de
)a
Nacion aquella superioridad de poder, aquel
espíritu
de
fuerza
y
de vigor, que tanto
·empo
habia
estado
ae
parte
·de
la
Corte,
y
que la pusilanimidad de
Jacobb
babia
de•
X
2
xa-
Siglo
XVII.