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XVII.
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HTSTOlttA ECLESIASTICA
,
p
)
.
1
a este nnctpe tres personas, que e eran·
par·
ticulannenre afectas,
y
á
quien su pobreza
no le permitia ¿exar nada. El Gran Duque
hizo empeño de corresponder
á
su confian–
za ,
Y.
le continuó su proteccion en las per-–
sonas de los que le habiJ. recomendado.
Asi·
mismo hizo traslad1r su cuerpo
á
Florencia,
y
colocarlo
en
el sepulcro
de
los
Príncipes
de su :casa , n1ani festando con esto su cari·
ño
y
respeto
á
la
memoria <le este
virtuo–
so
Prelado.
Bien p.udieramos haber reservado lo que
acabarnos
decir para el
artículo
en que ha–
blemos de las personas de este siglo ilustres
en santidad; pero hen1os
creido,
que
las
circunstancias en que nos hen1os
introduci–
do
con motivo de uno de los Misioneros
mas célebres
de
la Alemania
y
del Norte,
e<:tarian mejor en este lugar, en que ex-.
ponen1os el estado de
li
Religion en las cier–
ras que fuéron el teatro de sus trabajos.
Ya
-he1nos
visto ,
que desde tiempo
de ·
Cá
rlos
V.,
y
de Fernando
l.
su sucesor en
el Imperio , se hab1an
propuesto varios pro·
yectos de
reconcilacion entre Católicos
y
Protestantes sobre los puntos de doctrina en
que andaban
discordes.
Las dietas tan)bien
se habian ocupado mas de una vez en
es–
te gran designio. En
la de
Ratisbona el
año
1
54
I.
se habian éstablecido conferen-
.
c1as