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doctrina~

desprecia

ú

m·í

y

á

mi

padre~

que me enviú

(1). No es esta

palabra de los

hombres~

que no quiere o

ir

y que desprecia De-Sanc–

tis con sus

con~ectarios;

es

palabra del Hijo de Dios

que, tampoco

dijo á sus Ministros entregad la Biblia

á

toda criatura, para que

la interprete

á

su

juicio~

y asi aprenda mis dogmas y preceptos;

sino que les dijo:

Id por todo el

mundo~

predicad el Evangelio

á

toda -criatura : Instruid á todas las gentes, bautizandólas en el nom..

bre del Padre,

y

del Hijo

y

del Espíritu Santo. Enseñand6las

á

observar todas las cosas que os he mandado.

Tambien

predicareis

en mi nombre la penitencia

y

la remision de los pecados. Recibid

pues el Espíritu Santo : los JJecados serán perdonados

á

aquellos

á

los cuales

vosoTRos

se los penlonáreis;

y

quedarán retenidos

á

aquellos

á

los cuales vosotros se los retuviereis

(2).

Esta es la Iglesia

docente~

cuya cabeza es Pedro,

píedra funda-

~

mental

de este edíficio,

columna de la verdad,

puesta por el mismo

Jesucristo (3),

á

la cual quien desoye y desprecia, desoye ydesprecia

al mismo Dios; y contra la cual no prevalecerán las puertas del in–

fierno. Pedro

y

los Apóstoles pues, son los destinados por el Salva–

dor del mundo para predicar, explicaré interpretar el Evangelio A

ronA cRIATURA, (

¿

son criaturas los protestantes?) Pedro

y

los

Apostoles, personificados en sus sucesores,

con los cuales Jesu·

cristo promete permanecer hasta la consumacion del mundo

(4),

son los llamados á

instruir

á las naciones._ acerca de los dógmas de

la Biblia; á

enseñar

y

exigír la observancia de los preceptos

divi~

nos; á

anunciar

la necesidadde la penitencia para reconciliarse los pe.;

cadores con Dios ofendido;

y

á

perdonar los pecados

á

aquellos que

se los confesaren con dolor

y

propósito de la enmienda,

ó

retenerlos

á aquellos que no los confesaren, ó los confesaren mal,

ó

sin debí

das disposiciones.

(i)

Luc., c. x, v. i6.- (2) Marc., c.

XVI,

v. i7

~

Matth., c. xxvm, vv.

~9

et 20;

Luc., c.

XXIV, V.

47; Joan., c.

XX, VV.

22 et 23¡ -

(3) Matth., c.

XVI,

v. 18, etc.–

(4) Matth., c.

XXVIII,

·v. 20.