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para leer en los corazones ;
y
sin embargo,
es nec»sario
que nosotros
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podamos hacerlo para cuidar de la salud de la Iglesia. Mas, ¿por
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cual otro camino podemos conseguirlo que por laconfesion prívada?
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Oh cómo se puede conmover la conciencia de un pecador cuando
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se penetra en los pliegues mas reconditos de su alma
!
Sí, de
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·este único modo es como un eclesiastico puede ser lo que debe
». ser, segun su alta mision: el consejero, el guia, el protector, en
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todas las materias espiri tua] es. De este modo únicamente es
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como puede ·establecerse la autoridad
y
la influencia que debe
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tener como vicario de Dios.
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Por esto decía otra persona
protestante al P. Ventura en Roma : era una gran Señora
á
quien
]as preocupaciones aristocraticas
y
el temor de perder una inmensa
fortuna tenían separada del C?tolicisruo la que le hablaba así :
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¡,Cuánto daria yo por tener la satisfaccion de confesarme una
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sola vez con un sacerdote catolico! Porque vosotros solos sois los
>>
verdaderos sacerdotes; nuestros ministros no lo son. Yo com–
))
prendo, que se debe experimentar un gran-
~onsuelo,
una gran
) satisfaccion, despues de haber confesado, al oir decir:
En
el
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nombre de Dios te absuelvo de
todos tus pecados.
>>
La dicha
y
satisfaccion que deseaba experimentar siquiera por una sola vez
' esa Señora protestante, la expresaba otra Señora, que ya con–
vertida·al Catolicismo me decía varias veces al oir yo su confesion ;
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¡Cuán tranquila y consolada quedo cada vez que me confieso
!
>>
Nunca habia experimentado semejante paz
y
satisfaccion.
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