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cho mas soez
y
corrompido con las sacrosantas nfaximas
y
la doc–
trina divina del Catolicismo. ¿Ignora nuestro
erudito sacerdote
lo
que ha aprendido el muchacho cristiano, por ínfima que sea su
clase, -
cuantas coscts sean necesarias para hacer una buena con–
fesion?
Pero, esos cargos sobra nadie pesan mas, que sobre nues–
tros
~ndulgentes
hermanos de la seudo-reforma, pues son ellos los
que han elevado á principio.
moral-evangelico,
que
la sola fe,
el
solo recuerdo de la redencion de Jesucristo es
la única condicion
para obtener la remision de los pecados, 'cuantas veces quieran y por
enormes que sean; por manera que son ellos los que han canonizado
estos proverbios populares-
pecado recordado, pecado perdonado,
.-
tanto se perdonan con la sola fe diez pecados, como un millon.
La
sola fe en la redencion es el
curato todo.
Pero, ¿para qué perder
mas tiempo en vulgaridades
?•...
No tenían un conocimiento tan vulgarizado de la confession sa–
cramental,
co.moel Dr. De Sanctis, tantos talentos célebres del
protestantismo, que podríamos citar. El filosofo protestante Leib–
nitz, cuya ciencia y talento tanto descuella entre sus correligiona–
rios, hablaba del santo sacramento de la confesion con esta frase
admirable:
«
No s·e puede
n~gar,
que esa institucion es digna de
))
lii
sabidura divina, y nada hay mas hermoso en la Religion cris–
))
tiana, ni que meresca tantos
~logios:
hasta los Chinos yJaponeses
»
no han podido menos de admirarla. En efecto, la necesidad de
J>
la confesion aparta á muchos hombres del mal, especialmente á
»
los que todavía no están endurecidos, y ofrece grandes consue–
J>
los á los que han caido. Asi es, que yo miro á un confesor pia–
»
doso, grave
y
prudente, como
al grande úrgano de la Divinidad
J>
JJara la salvacion ele las almas;
porque sus consejos sirven para
»
arreglar nuestros afectos, para· hacernos conocer nuestros de–
»
fectos, para hacernos evitar las ocasiones del
pecado~
para ha–
J>
cernos restituir lo usurpado, reparar los escandalos, disipar las
»
dudas,
reanimar el espíritu abatido,
y
en fin,
para curar
ó
mitigar