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. - 323-

cho mas soez

y

corrompido con las sacrosantas nfaximas

y

la doc–

trina divina del Catolicismo. ¿Ignora nuestro

erudito sacerdote

lo

que ha aprendido el muchacho cristiano, por ínfima que sea su

clase, -

cuantas coscts sean necesarias para hacer una buena con–

fesion?

Pero, esos cargos sobra nadie pesan mas, que sobre nues–

tros

~ndulgentes

hermanos de la seudo-reforma, pues son ellos los

que han elevado á principio.

moral-evangelico,

que

la sola fe,

el

solo recuerdo de la redencion de Jesucristo es

la única condicion

para obtener la remision de los pecados, 'cuantas veces quieran y por

enormes que sean; por manera que son ellos los que han canonizado

estos proverbios populares-

pecado recordado, pecado perdonado,

.-

tanto se perdonan con la sola fe diez pecados, como un millon.

La

sola fe en la redencion es el

curato todo.

Pero, ¿para qué perder

mas tiempo en vulgaridades

?•...

No tenían un conocimiento tan vulgarizado de la confession sa–

cramental,

co.mo

el Dr. De Sanctis, tantos talentos célebres del

protestantismo, que podríamos citar. El filosofo protestante Leib–

nitz, cuya ciencia y talento tanto descuella entre sus correligiona–

rios, hablaba del santo sacramento de la confesion con esta frase

admirable:

«

No s·e puede

n~gar,

que esa institucion es digna de

))

lii

sabidura divina, y nada hay mas hermoso en la Religion cris–

))

tiana, ni que meresca tantos

~logios:

hasta los Chinos yJaponeses

»

no han podido menos de admirarla. En efecto, la necesidad de

J>

la confesion aparta á muchos hombres del mal, especialmente á

»

los que todavía no están endurecidos, y ofrece grandes consue–

J>

los á los que han caido. Asi es, que yo miro á un confesor pia–

»

doso, grave

y

prudente, como

al grande úrgano de la Divinidad

J>

JJara la salvacion ele las almas;

porque sus consejos sirven para

»

arreglar nuestros afectos, para· hacernos conocer nuestros de–

»

fectos, para hacernos evitar las ocasiones del

pecado~

para ha–

J>

cernos restituir lo usurpado, reparar los escandalos, disipar las

»

dudas,

reanimar el espíritu abatido,

y

en fin,

para curar

ó

mitigar