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»
todos los
ma~s
ele las al1nas enfermas :
y
si lo mas dificil
y
»
excelente que puede encontrarse en lo humano, es un amigo fiel,
»
¿que será cuando ese amigo
se halla ligado por la
1~eligion
in–
>>
violable de un sacramento divino.,
y
obligado
á
guardaros su fe
y
))
á
socorreros
(1)?
»
Nada le faltaba
á
este grande hombre para
ser católico,
y
aun teologo romano., 1nas que vencer ciertos respe–
tos humanos. El medico protestante Tissot, al ver la repentina
mejoria de una enferma catolica casi incurable, por la sola tran–
quilidad
y
consuelo que recibió con la confesion sacra:r;nental., pre–
guntaba admirado :
¿Qué
poder es el de la Confesion entre los cato–
licos
(2)?
¿Qué poder es (preguntais) el de la confesion ·sacramental? Os
lo dirá vuestro colega
y
correligionario, el doctor Smith.
«
La
»
conciencia, dice,
ó
la sospecha de haber obrado mal, es para
»
toda persona una pesada carga; mientras ella no se ha
en~urc»
cido por una larga práctica en el camino de
la
injusticia, este
>>
solo pensamiento le causa angustia
y
terror. Los hombres son en
>
estas circunstancias, como en todos los acontecimientos desgra–
>>
ciados, naturalmente inclinados á descargarse del peso que los
>
abruma,
y
á derramar su tormento en el seno de una persona de
) discrecion. La confusion que les causa
su
confesion, eneuentra
»
una recompensa completa en el alivio de su pena, causado ordi–
>
nariamente por la simpatía que el confesor ejerce (y los efectos
»
de la gracia divina,
debía
aFíadi.r,
que el sacramento les infunde).
>>
Ellas se consuelan
·al
ver que no son indignas
~e
toda estima–
)) cion, por reprehensible que sea su alma es juzgada favorable–
>>
mente.
»
¿Qué
poder es el de la confesion entre los calolicos?
Os contes–
tará otro talento de la misma reforma, el doctor Kirchoff:
«
Nos–
»
otros no tenemos, dice, toda la ciencia necesaria, como Dios,
(1)
Leibnitz,
Systerna theologict¿1n : De Con{essione.
-
(2) En
Gaume,
cu
el
lug. cit.