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EDICTOS.
Dios depositar su distribucion economica, y prudencial en
las manos de los Sacerdotes,
r¡wib1ts sic cong1"1.tit, vt su–
mant,
&
dent cceteris:
cuya variedad de sentencias, y opi–
niones conoció muy bien el Doctissimo Innocencio 111.
quando en su tratado de los Mysterios de
la
Missa dixo:
D ixm·it m·go
qui~quarn ,
comm~tnicand¡tm
esse quotidie,
dixerit alius, quotidie cmmmtnicandurn non essefaciat vnus–
quisque. quod pie m·edide¡·itfacie?ldurn:
y mucho antes el
gran Pad re S. .A.gustin nos dejó en esta duda vna regla,
que .con su misma indiferencia nos pudiera decidir el caso,
pues, no alabando, ni vituperando la cotidiana Comunion,
y solo
acons~jandola
en las Dominicas, dió á entender con
claridad su mente. Finalmente el caso es prudencial,
y
la Iglesia, nuestra Madre, nunca ha prohibido la cot-idia–
na Comunion, aunque si ha dado reglas, para que los Con–
fessores, que dirigen Almas, se goviernen con acierto en
tan critica coyuntura ; por essó la Sagrada Congregacion
del Concilio en vn ,Decreto, que expidió el 19. de Febre;
ro de 1679. en que condenó varios abusos sobre la .A.dmi–
nistracion de este Sto. Sacramento, conviene á saber , la
Comunion aun en el Viernes Santo, la opinion de que la
cotidiana era de Precepto Divino, el r ecibirla en los Ora–
torios privados, y tal vez esta.ndo en el lecho sin grave en–
fermedad, llevandoles al Sr. clandestinamente, r ecibiendo
otras muchas formas, ó mayores, que las acostumbradas, y
finalmente confessando los pecados veniales á Sacerdotes
sin aproba.cion, dió r eglas para el modo, conque se han de
haver los Confessor es, en los que frequentan este Sacra–
mento, de las quales en suma se deduce: que nin$ una per–
sona hay, á quien no se le deba acons(\jar
la
uomunion
mensal : pocos, á quienes se les deba prohibir la hebdoma–
daria: y poquissimos, á quienes se les deba conceder la
cotidiana, porque muy en corto numero son aquellos, en
quienes se reconoce vna ferviente devocion con eficacissi–
mo deseo, y vn continuado exercicio de V irtudes, en que
de dia en dia crezcan,
y
se aumenten; y assi, no pudiendos–
se dar precisa formula sobre la materia, todo queda á la
prudencia de los Confessores,
y
de los Predicador es; quie·
nes, t eniendo presente el contexto literal de la Sagrada
Congregacion, amonestarán ,
y
aconsejarán, lo que con–
viene á los Laicos, principalmente
á
las mugeres, que son
las mas faciles en hacer vso, lo que debe ser pura devo–
cion,
y
reverencia ; para que distinguiendo los estados en