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[ 61 ]

§.

XIII.

Es verdad que el papa asiste

á

algunas de fas con–

gregaciones romanas, y que á todas concurren car–

denales, prelados, y consultores regulares: es ver–

dad tambien, lo confieso gustoso, que en e llas se en–

cuentran sugetos respetables

y

de mérito distingui–

do; pero por mas perfectas que se las suponga, siem–

pre será cierto que no componen el clero romano, .

ni pueden representarle. Primeramente, con respec–

to al pontífice, su presidente, es constante que no pue–

de comun icarl es la autoridad de la santa sede, por–

que tambien lo es que nadie puede dar mas de lo

que tiene; y en este caso la autoridad de las congre–

gaciones romanas, dimanada exclusivamente del pa–

pa, no es mas que la de un hombre solo, aunque

es~

te hombre sea la cabeza yisible de la iglesia romana.

Yo he demostrado que el papa solo no compone la

iglesia de Roma, ni tiene por sí solo la autoridad de

la sede Rpostólica; de consiguiente no puede comu–

nicar á sus congregaciones, ni estas ejercer otra ma–

yor que la que posee el gefe

á

quien deben su exis–

timcia. Luego las congregaciones á que el papa asis–

te comp su gefe inmediato, no pudiendo tomar de él

la. autoridad de la sede apostólica, tampoco pueden .

dar decisiones que deban considerarse como decretos

pronunciados

ex ·cathedTas.

De otra parte la interven–

cion de algunos cardenales_, lejos ele ser suficiente pa–

ra representar el clero real de Roma, aun no alcan–

za á representar el clero diputado ó representante,

bajo cuyo concepto, segun he dicho puede conside–

rarse todo el sacro colegio. Porque en primer lugar,

estos cardenales segregados y repartidos en diversas

corporaciones, que se ocupan y tratan de objetos y

asuntos diferentes, no se reunen en cuerpo para la ·

decision de los negocios; de donde han temado oca–

sion las quejas, despues de algúnos siglos continua-