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j
vista de tal abundancia; pero san Pedro, mas pene–
trado que todos de tan maravilloso espectáculo, se
echa
á
los pies de Jesucristo diciéndole: "Apártate
de mí, Señor, que no soy mas de un pobre pecador, .
indiguo de hallarme en vuestra compañía." (S. Luc.
cap. 5, v. 8). Si Jesucristo promete
á
los demas
apóstoles hacerl ós pescadores de hombres, esta pro–
mesa se dirige en particular y nomin ativamente
á
san Pedro. Cada vez que los evangelistas nombran
á los demas,apóstoles,· no solo pon e11. siempre á san
Pedro por de·lante, sino qu e san Mateo y san Marcos
dicen expresamente que era el primero;
y
aunque
á
veces alteran la colocacion de los demas, nunca mu–
dan la de san Pedro. Despues de la eleccion de los
doce apóstoles, siempre
se
le nombra el primero.
Solo una vez se nota que san }>ablo nombra primero
á
Santiago en la relacion del viage que hizo
á
Jeru–
salen, porque Santiago era obispo de esta ciudad;
aunque en muchos códices aun en este mismo pasa–
ge se observa el órden acostumbrado de dar el pri–
mer
lu~ar
á
san Pedro. En todos los demas de sus
epístolas, ya le ponga el primero, ya le coloque el
último, siempre· le .guarda el 'lugar mas noble en el
órden de la progresion. Este órden, constantemente
seguido por los escritores sagrados, demuestra qu e
el primer lu-gar de san Pedro es inmutable, y que es- •
t~
apóstol es el primero de todos por institucion di –
vma.
§.
III.
Ademas, si Jesucristo quiere que tres testigos pre–
sencien su trásfiguracion, tres la resurreccion de la
hija de Jairo, y tres su agonía en el jardín de las oli–
vas, Pedro es siempre del número, y el primero de
los tres. Si quiere predecir la ruina de Jerusalen, la
de su templo,-
y
el fin del mundo, Pedro es el priwe-