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otros monumentos que son el asombro de
todos los hombres ilustrados.
El
Africa, patria y cuna en otros tiem–
pos de los talentos mas distinguidos, es
hoy el pais donde ha fijado sus tiendas la
barbarie. Allí, donde florecieron eminen–
tes Filósofos y Padres de la Iglesia; allí
donde todavía se contemplan las creacio–
nes mas gigantescas de la inteligencia, de
la constancia y del poder humano, atesti–
guados por una existencia de cuarenta si–
glos , solo se encuentra hoy un pais po–
blado por las razas mas degradadas, por
las hordas salvajes de los beduinos del de–
sierto.
El cultivo de las letras y de las cien–
cias levanta la fama de los pueblos sobre
un pedestal de roca, y les adquiere una
superioridad que nadie puede disputarles;
las Naciones en la historia de su civiliza–
cion, si bien se esfuerzan en aparecer gran–
des por la fuerza material, quisieran pre–
valecer y aventaj ar por la intelectual y
científica. Y nada mas natural, porque las
naciones son como el individuo, en quien
acatamos siempre la superioridad del es–
píritu sobre la materia. T odas se disputan
los grandes ingénios, las invenciones
y
descubrimientos.