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des economías para el tesoro público..
No se crea, Señores, que esto es una
paradoja. El mejor elogio que se ha he–
cho del señor Mazo, cuyo precioso Cate–
cismo está hoy en manos de todos
1
es ha–
ber realizado completamente el plan que
acabo de indicar.
M;il y mil sistemas se han concebido·
para resolver la gran cuestion de la edu–
~acion
y enseñanz;a popular, y todos se
han estrellado contra la piedra de toque
de la esperiencia. Tienen aquellos por
base las falsas y perniciosas teorías del
siglo XVIII; una desconfianza manifiesta,
un ódio no disimulado contra toda inter–
vencion
é
influencia eclesiástica ó sacel!-·
dotal: este es el pensamiento y propósito
dominante en todos los libros y todas las
leyes que han venido despues . No se
quiere ver, porque no conviene al e&píri–
tu de reyolucion que nos domina, que allí–
donde es débil ó nula la accion religiosa,
es necesario multipliear los medios de re–
presion y de fuerza; donde la fuerza
mo~
ral desaparece, ha de predominar la fisi-
ca ó bruta.
.
El Sacerdote será siempre el primer
agente de toda educacion, porque es el
Maestro y la razon viva de los deberes, y