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verdaderamente útil y práctica, hay me–
dios seguros y fáciles sin gravámen para
el Estado; legítimos y propios de nuestra
organizacion primitiva y fundamental. Si
queremos al pueblo civilizado, justo y be–
néfico, culto
y
hospitalario, busquemos la
raiz y fuente de estas virtudes
y
cualida–
des: pidamos á la religion, que es el com–
pen9io---de toda civilizacion, los medios
que ella sola puede, debe
y
quiere dar- ·
nos; abandonémmda sin restriccion, des–
confianza ni mala fé, el ejercicio de su mi–
sion augusta, que es hacer buenos servi–
dores de Dios
y
de la Patria: no seamos
por mas tiempo viles sectarios de una filo–
sofia impía é hipócrita, que admite la re–
ligion como el don mas pr.ecioso del cielo,
y
niega á sus ministros la libre accion de
sus funciones.
El Sacerdote es por su institucion
divina el Maestro del Pueblo;
y
nosotros
lejos de suscitar obstáculos al cumplí–
miento de ella, debemos estimularlo
y
alla–
narle el camino. Si las parroquias están
erigidas
y
servidas en relacion proporcio–
nal con las necesidades de los fieles,
y
atendidas todas l0s circunstancias de loca–
lidad, accidentes del terreno
y
distancias,
habrá en cada una de ellas un Párroco,
y