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el preceptor
~e
la conciencia , el amigo
y
el hombre del pueblo, el confidente de
sus n-ecesidades y pesares , el consejero
nato en todas las tribulaciones de la vida.
El oficio del Sacerdote en la enseñanza: ele
la moral , es la revindicacion de los dere–
chos , y accion de las leyes naturales en
el órden humano, á n01nbre y con.
la au–
toridad de Dios , de quien aquellas des–
cienden ; porque cuando Dios se mani–
fiesta , la moral se comprende , y se ad–
mite sin réplica. Si
regi~tramos
la histo–
ria veremos que , en donde quiera que el
pueble obedece con grata d0cilidad á las
leyes del órden y de la autoridad que le
mantiene; donde quiera que la virtud es
honrada , los deberes de la vida social
acatados ; donde hay beneficencia activa,
costumbres hospitalarias, dignidad en las
familias , respeto , proteccion y bendicion
para los padres , jóvenes mOf!:igérados en
quienes brilla la aureola del pudor, de la
modestia y de la inocencia; allí hay defe–
rencia, estimacion y amor para el Sacer–
dote, cuya palabra será escuchada como
la de un Oráculo , y su poder irresistible.
Tal es la fuerza de la Religion en la di–
reccion de los hombres , para las prácti–
cas que h acen la fel icidad de la vida , r eq