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coactivo la asistencia á las escuelas
ó
co–
legios superiores y aun á las primarias y
elementales. Esto ha de nacer de la con–
viccion del deber,
ó
del amor natural al es–
tudio, porque es imposible el maridaje de
las ciencias donde no hay completa inde–
pendencia y libertad. Si la enseñanza es,
ademas, retribuida
y
no gratuita, y se hace
entender que todo depende y está sujeto
á tarifas, la ciencia perderá la nobleza de
su origen celestial, y se convertirá en un
~imple
objeto de lucro y especulacion, su–
jeto
á
las mismas alzas y baj as que los ob–
jetos materiales y groseros que se venden
en el mercado.
En esta como en otras tant as cuest io–
nes sociales , se palpan las inconsecuen–
cias hijas de la ligereza y del absurdo: que–
remos al pueblo ilustrado y libre, y levan–
tamos, trabas y barreras al libre uso y
ej ercicio de sus facultades ; y mientras
proclamamos una igualdad absoluta , si
bien ideal y quimérica, establecemos de
hecho el despotismo mas repugnante, y
la aristocracia del dinero la mas abyect a
y
antisocial.
(J.
Maistre).
Para evitar estos males
y
ll gar
á
con–
seguir la educacion del pueblo, la instruc–
cion posible y conveniente , la educacion