Table of Contents Table of Contents
Previous Page  212 / 468 Next Page
Information
Show Menu
Previous Page 212 / 468 Next Page
Page Background

' - 16 -

tencia. Y preci samente, porque l a reconocemos

y

la

acatamos, como obra de Dios, a utor de la..naturaleza,

se riamos los prime ros en pro trsta r, si Ja autorida d ecle–

siástica presumiese arrog:use la menor ingerencia en

el nombramiento de los altos funciona ri os civiles, baj o

el frívolo pre texto de que estas at-Jtorirlades pueden

a lg una vez se r hostiles á los intereses de ]a Iglesia ;

y

conclena riarri os, igua lmente,

PI

procedimiento de ]a au–

toridad eclesiástiea, si, por ej emplo, en vez de reco·

menclar

la

ohPcliencia á los funrion nrios nornh raclos po r

e l Jt>fe de l Estado, prerlicase su desconocimiento

é

in–

cit ase

á

la rebelion. '

Todü esto Sfl ria man ifies tamente contrrt ri o

a

la p le–

na

y

perfeeta independencia de que deben gozar los

G obiernos en el úrclen político. Reconociendo y pro–

fesando esta doctrina, solo exigirnos que nuestros

ad versa rios aplique n con imparcialidad los misinos

prin cipios, cuando se t rata de la indPpendencia de

l:l

Iglesi¡:¡ , en e l r"jercicio de los derechos

y

de las

f un ciOnes, que

In

fur ron confe ridas po r su Divino Fu n-·

dado r. La ap licnc,io n es fácil

y

las consr.cuPncias no

pueden ser-mas claras, para los que no quieran cerra r

los oj os

á

la luz

clf~

la p,videncia .

Pero, es un hecho, dicen, que los Soberanos cat.óli·

cos ha n ejerci tado ciPrios dPrechos en la eleccion

y

nombramiento de los Obispos, con not icia y aprobacion

de la

m i ~ ma auto rid t=~d

eclesiás ti ca. N o desconocemos

- el hecho; mas de él solo se dedu ce que no le sea vecla–

do á la autoridad eclesiástica e l permitir, en c ie rtos

casos,

y

tarn bien e l concede r que los Soberanos teñ–

g an al gu na ingrre ncia en la eleccion de los Obispos.

E n cuanto al de rf'c llü de sobe ra nía, los J efes el e los

E stados ca tóli cos son ig ua l0.s

á

los J e ft>s de los Es ta–

dos no católicos. La calid ad de ca tóli cos les impo ne

mas bien el dPhe r de respe tar la a uto ri da d establ ecid a

por

Di~s

e n la I g-lesia

y

de proteger la libe rtad

é

in–

depencJ a de la mi sma. S i cumple n bif'n con este de–

be r, la Igl esia , Mnd re amo rosa , no ha de jarlo nunca

dP rodea r la a utoridnd dP los Sobe ra nos

de

honores

y

priv il egios, mas ó mP-.nos insignes. De aquí ha nacido

el de recho en los S oberanos de presenta r Obispos.