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trará lo que·se desea ·, sino que se demost rará todo lo
contrario.
Y á fin
dé
que
lo~
adversarios eon quir.nes comba–
timos
compr~ndan
ele una solá mirada la. absur–
d idad ó.e los argumentos, que repiten sobre esta ma–
teria, sepan y entiendan, un a
VP7.
por todas, que la
lglesia no es un. Colegio
ó
una asociacion pa rticular,
establecida dentro de los límites de uno
ú
otro Esta–
do, en virtud del beneplácito acordado por el Sobe ra–
no; no es una institucion comparable
á
las que suelen,
sobre todo en estos tiempos, nacer en el seno de los
Estados
y
que son natura lment e
suhordinad~s
á la
suprema autoridad política ;- no : la Iglesia Católica
es el Reyno ele .Dios, estHblecido en este mundo pa ra
Ja salvacion de las alrnas; sus límites so n los mismos
del orbe de la tierra (1); sus suhd'itos son torl as las
gentes (2); su objeto es conquistnr todo e l mundo pa–
ra salvarlo:
e~mtes
in mundum
univers~tm;
su derecho ·
para existir y <>jercitar sn autoridad no nace de bené–
volas concesim1es human as, sino
d(~
Aq uel qu e dijo
de si mismo:
Data est mihi omnis potestas, in coelo et
in terra
(3). Resu lta de aquí que los Estados po–
líticos son pequeiias par tes de la g rnn sociedad hu–
mano-divi na, que .llamamos Jglesin,
y
que no es ra–
cionalme nte posible concAbir qu e
á
los Jefes de–
dichos Estaclos competan derechos sobre asuntos con
cerni entes al gobierno gf' neral de la Iglesia Católica.
Tan monstruosa confusion clcforma ri a la obra de D ios
y
la nueva Jerusalen, que es lalglesia, se tr asforma–
ria en una nueva Babe l.
Tal vez repli carán los regalistas que ciC'primimos de–
masiado la autoridad de los sohPranos y que subordi–
namos á la Jg le&ia la soberanía política. Tan lej os es–
t amos de afirmar tal cosa, qufl somos los prime ros en
r econocer, proclamar
y
defe nder ltt independencia de
]a autoridad políti ca , d'entro de la esfrra de su compe-
[1] S. Marcos, cap. 16. ,-. 15.
[2] Id. id. id.
r3l A
mi se me ha·d.ado toda potestad en el cielo
y
en la
tiena
S.
Matll0
1
cap. 28, v. 18.